martes, 19 de octubre de 2021

 Había aprendido a perpetuar aquella sensación en su interior, tanto que la tenía clavada en aquel alma cada vez más oscura. Se congraciaba con su pasado y estudiaba los momentos para aprender más de cada acto realizado, todo para alcanzar la perfección deseada. El sabor a culpabilidad hacía tiempo que había mutado y el amargor ya no rondaba su boca, sino un dulzor que agradaba a su paladar. La única lección aún no controlada era la prudencia, le gustaba, no, le encantaba admirar su obra aunque ello supusiera un riesgo y una deuda moralmente inasumible. Cuanto más se acercaban los pasos, más temblaba su ojo derecho, un tic que se acentuaba cada noche, pero la adrenalina agregaba otro ingrediente deseado al menú y el peligro crecía con tal intensidad que generaba pequeños y gratos calambres en su piel. Le atraparían alguna noche, acabaría entre las sombras, vencido por el acero y con su sangre desparramada por el suelo, probablemente confundida con su última victima. Vendrían a por él los brazos negros procedentes de ese infierno que él recreaba en su mundo, entonces les mostraría sus manos llenas de vidas arrancadas y lágrimas vertidas, ellos le escucharían con entusiasmo y en el clamor de las almas perdidas le conducirían al trono de fuego..

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