domingo, 5 de julio de 2009

Hoy no es ayer

Hoy, por primera vez en mucho tiempo he visto salir el sol. No lo he hecho a través de esa ventana que siempre evita que entren sus rayos, no; he notado el calor de la mañana en mi piel desde lo alto de la colina. Mis mejillas se han sonrojado ligeramente, ahuyentando ese nácar de mi rostro que persistía durante meses. Mis ojos aún se están acostumbrando a la luz, y no han llorado de emoción porque hace semanas que se agotaron las reservas de lágrimas. Sé que tú estás conmigo, acompañándome y acariciando mi mano como entonces, susurrándome con tu sonrisa sin necesidad de decir nada. Percibo tu aliento cuando el viento gira y remueve suavemente mi cabello; pero aún siento el miedo de que al caer la noche vuelvan los temores, la añoranza y el tormento.

Me haré una promesa, puesto que no puedo cumplir la que te hice antes de tu marcha, y es que cuando la desazón me vuelva a invadir, arrinconaré la soledad, esas ideas de acompañarte que como raíces se enganchan a mi corazón y han estado poco a poco seduciéndome. Caminaré con los ojos cerrados hasta la colina e imaginaré que vuelves a darme aquél primer beso, imaginaré que tu esencia permanece en este mundo sólo para mí.


© Mª Teresa Martín González