jueves, 15 de mayo de 2014

El brillo de una promesa

Brillaba junto a ella, en su sencillez, distraía al ajeno de la importancia de aquél gesto. Lo miraba y remiraba en lo que parecía ser una larga tarde de primavera, pero que en realidad sólo había supuesto unos segundos, intranquilos eso sí, pero un mísero instante que, en aquellas circunstancias, comenzaban a ser una pesada piedra atornillada entre su corazón y la cabeza.

Brillaba junto a ella, deslumbrándola con ensoñaciones y promesas, con poemas de amor que surgían  de  su cuerpo dorado. Ella en cada parpadeo veía sin embargo cansancio y tristeza, miedo y metas incumplidas, un rostro expectante, un corazón palpitante, pero un alma perdida.

Brillaba junto a ella, como símbolo de una petición, de un paso más que quizás estaba dispuesta a dar, sí, pero no en aquella dirección, dónde los reflejos la dejaban ciega y confundían las señales del camino.

Dejó de brillar, renunció la luz a bañar su corona de diamante. Ella mudó su rostro asombrado para esbozar una ligera sonrisa. Cerró la cajita que contenía el regalo y, mirando a los ojos del portador del obsequio, distrajo su esperanza con un suave pero firme "NO".

©Mª Teresa Martín González