©Mª Teresa Martín González
sábado, 2 de enero de 2016
PARTIR ENTRE LLAMAS
Ayúdame
a que el fuego no consuma mi cuerpo, único vehículo de mi alma condenada.
Asegúrate de que los vientos se lleven las llamas y que arrasen con el mal que
se refleja en mis pupilas cansadas.
Rogaré entonces entre gritos de agonía mientras se quiebra la tierra que
piso, que siga la luz escapándose entre las rendijas de la desidia, que mis
cabellos caigan marcando el camino al infierno para que nadie me alcance y que
con cada mirada que haga desde mi trono de llanto sea una advertencia.
Ayúdame
a mantener los recuerdos inalterables porque es lo que quedará de mi ser.
Asegúrate de escribir con líneas de sangre cada retazo de las décadas vividas
con amor y sin rasgo de arrepentimiento. Rogaré entonces mientras graban el
hierro de las cadenas en mi piel que las espinas de azufre no saqueen vuestros
hogares ni el puño del horror llame a vuestras débiles puertas.
Ayúdame
a comprender en mi regreso las pasiones de aquellos destinados a yacer bajo mi
mano. Asegúrate de alejar cualquier signo de esperanza de los primeros de mi
lista porque ellos caerán con lentitud y disfrutaré del desgarro de su carne
mortal. Rogaré por evocar tu nombre cuando llegue el turno de los inocentes
para que tu trance sea rápido e
indoloro, y que reconozca quién fuiste para mantenerte a mi lado hasta
el final de los tiempos.
Siento
cada pensamiento puro evaporarse con el calor de las brasas bajo mis pies y las
páginas caducas de mi historia quemarse al mismo ritmo que estoy perdiendo la
noción de mi misma. Huye de estos brazos que alguna vez te abrazaron, huye ya
de estos labios que besaste, huye mientras se disipa el último retazo de mi
corazón.
©Mª Teresa Martín González
©Mª Teresa Martín González
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