sábado, 6 de junio de 2009

Cae la lluvia


Cae la lluvia. Huele a muerte. La sábana que cubría mi cuerpo se ha desprendido sin ningún cuidado. La delicadeza ha mudado a palabras injuriosas. El frío se hace incipiente y la llama que candente aún sobrevive entre las cenizas, baila débil, sabiéndose perdida. Avanzan las noches eternas. Garabatean los niños rostros imposibles. El barro ensucia los lienzos que antes fueron pulcros. Mis manos no se resisten al tiempo que las arrastra. El segundo marca el ritmo y mi corazón le sigue aún saboreando la traición. Cae la lluvia. Huele a muerte.


© Mª Teresa Martín González