sábado, 12 de enero de 2008

Las madalenas

Bendecía con impaciencia aquél sabor tan exquisito. El placer de lo divino hecho terrenal. Su textura le embriagaba, le emborrachaba y le brindaba la oportunidad de pasear por el Edén. Un sopor le llegaba al estómago cuando probaba ese dulce tan especial. Le mareaba la sensación de que se acabase el manjar y lo saboreaba y saboreaba, alargando el último suspiro, el último bocado de su pecado. El cuerpo le impulsaba a seguir probando más de aquella gracia de Dios. Mientras la mente se confundía con el deseo de la materia suave y blanda, desnudaba con turbación y cuidado para continuar su desliz.

- Pero, ¿qué está haciendo? –inquirió la voz de una mujer de cuerpo orondo y rostro risueño.

El culpable de aquella grave falta soltó de sus manos el objeto de su pecado y colocándose el alzacuello salió de la estancia con la cabeza agachada en símbolo de vergüenza.

- Lo siento Sor Beneplácita – susurró el cura en la puerta.

El religioso se perdió por el pasillo arrastrando los pies, llevando consigo sin embargo una sensación de bienestar, mientras la religiosa recogía burlona de la cesta de mimbre las migajas que quedaban de las madalenas.

2 comentarios:

  1. jajajaja... soy JR.. parece que si puedo opinar ole ole... que relato mas gracioso jeje.. no me lo esperaba para nada estando acostumbrado a la tonica que sueles destilar... por un momento pense que hablabas de AC.

    Como siempre genial; escribes exquisitamente... ya quisiera yo...

    En conclusion, mi enhorabuena como siempre y animo a seguir escribiendo; me encantan!

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