miércoles, 25 de noviembre de 2009

Agua de río

Surge de las entrañas, frío, cortante, formado por las diminutas gotas que lo invaden y corroen la roca que lo guarda. Riega los pastos en los que caminamos y los árboles que nos han visto crecer. Mientras nosotros le escupimos burlándonos de su pureza, pretendiendo que se vicie con nuestra insensibilidad, pudriendo la vida que cobija en su larga extensión, utilizándolo más allá de sus posibilidades.

Nos quejamos sin razón de que su lodo inunde nuestros hogares, ¿pero qué otra cosa puede hacer para defenderse de nuestra ineptitud?


© Mª Teresa Martín González

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