lunes, 3 de diciembre de 2007

El objeto


En la arena, soportando la duda sobre su propia eficacia, permanece erguido el objeto indefinible. De palo nacido ajeno a la madera, cruzado, aguantado por piernas de carne tiesa mojada en color ceniza, corona las pequeñas dunas. La brisa mece su delgadez en insconstantes empujones. El viento le trae parte del mar arrastrado por las olas, y el objeto, en su inocencia se deja rociar por la sal que poco a poco lo consumirá. Insignificante, sereno, modificado por los pequeños seres que juegan a reorganizar sus miembros, alerta a la marea, al sol que lo alarga añadiéndole el temible apéndice sombrío, el objeto se duerme a la intemperie. No respira, no teme el porvenir ni solloza, solo se mantiene, solo existe.

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