sábado, 28 de marzo de 2009

La marioneta

De sus brazos surgían unos hilos hacia arriba, y sus piernas también se sometían a aquellos metódicos movimientos de su creador. Ella sin embargo, con su cuerpo de madera y el rostro de cerámica, miraba despreocupada desde el escenario rodeado de cortinas de terciopelo rojo. Los pasos se daban para descubrir la razón después, su cuerpo bailaba, aunque aquel día las articulaciones parecieran de hierro. No había preguntas, simplemente se dejaba llevar, se dejaba mecer en los designios de otro.

Pero aquella noche su creador no podría indicarle cual sería el saludo que ofrecer a los niños sentados frente a la tarima, él corazón humano, viejo y destartalado yacía acompañando a unos ojos vacíos. La marioneta se inquietó, desconcertada porque aquella tarde el público no había venido a ver la función. Los hilos que impulsaban sus músculos de astilla reposaban desordenados y sin tensión alguna. Sintió entonces sus brazos libres y sin saber que hacer, esperó y esperó, temiendo levantarse y caminar sola.

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Adoraba sentir el poder de mi voluntad sobre su pequeño cuerpo de madera. Disfrutaba controlando sus brazos y sus piernas, dirigir su rostro de cerámica hacia el público. Pero los hilos han dejado de mandar sobre ella, ya no puedo respirar, no puedo manejar sus actos, ya no puedo sentir los aplausos indirectamente recibidos durante tantos años. Qué será de ella sin mí, que será de las tardes en el parque, que será de la gran cortina que se abría para descubrir sus cuentos.
¿Por qué no se abre el telón? ¿Por qué no se apartan las cortinas? Quiero escuchar las risas de los niños. Ya es por la tarde, por qué no siento tirar de mi cuerpo, por qué no me hacen bailar. Quiero moverme pero estos hilos no se estiran como otras veces, ni oigo esa voz que me habla antes de iniciar la sesión y narra los cuentos como si fuera yo. Quizás pueda levantarme y andar si él, o esperar, al fin y al cabo no sé hacer otra cosa.

© Mª Teresa Martín González

2 comentarios:

  1. Infinitas gracias por haberme visitado. La verdad es que no me lo esperaba.
    A veces en la vida uno se acostumbra a que otra persona tome la iniciativa, y cuando deja de hacerlo no sabemos cómo actuar. En nuestro pequeño mundo siempre debemos dejar un resquicio de iniciativa y seguir adelante bajo las nuevas circunstancias. Así es también en el amor.
    Precioso relato. Por tus escritos eres muy dulce pero yo creo que más valiente que la marioneta. No creo que en su caso te quedases esperando, ¿acierto?

    Besos desde la España verde del norte.

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  2. Precioso Mayte! y sobretodo conmovedor, se me ha erizado la piel mientras llegaba al final.. y es que en la vida como en todo , alguna vez nos hemos sentido como marionetas incapaces de dirigir nuestras acciones, sentimientos o pensamientos... Gracias a Dios que nosotros podemos romper esos hilos transparentes y caminar con fuerza otra vez...
    Mil besos wapa!!!

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